Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha estudiado las leyes de la naturaleza con el propósito, no sólo de comprender su lugar en el mundo o qué hay más allá de lo que alcanza su propia vista, sino de vencer las barreras de las capacidades del ser humano para superar o incluso transgredir estas normas, consiguiendo en su empeño grandes proezas, la última: lograr crear vida en un laboratorio con ayuda de la medicina. Esto es lo que se conoce como la reproducción asistida y se trata de una realidad cada vez más presente en nuestro entorno aunque poco visibilizado.
La primera gestación mediante reproducción asistida llevada a cabo con éxito, tuvo lugar en Inglaterra en 1978 tras diez años de investigación por parte de los científicos Patrick Steptoe (ginecólogo) y Robert Edwards (fisiólogo), quienes abrieron las puertas a una nueva era de la reproducción y la generación de vida mediante la reproducción in vitro. Este procedimiento, el más conocido dentro de este ámbito, consiste en la extracción de un óvulo de la futura madre y su posterior cultivación junto a un espermatozoide en una placa de laboratorio. Se produce, entonces, la unión de ambos gametos y, dos días y medio después, el óvulo fecundado se divide hasta formar una pequeña masa de ocho células (blastómero). Este blastómero es implantado en el útero materno, dando comienzo al embarazo. El éxito de la fecundación in vitro llevado a cabo por estos dos científicos, dio impulso a las actuales técnicas de reproducción asistida, que comprenden todos los tratamientos de la esterilidad en los que se manipulan óvulos y espermatozoides, consagrando al ser humano, una vez más como capaz de transgredir las propias leyes de la naturaleza para adaptarlas a sus necesidades y deseos antes impensables o considerados como imposibles.
Lo cierto es que los doctores Steptoe y Edwards fueron unos auténticos visionarios y gracias a ellos muchas parejas que pensaban que envejecerían sin haber formado una familia, pudieron ver una esperanza o incluso ver cumplidos sus mayores deseos de convertirse en padres y ver crecer a sus hijos. Hoy en día, son muchos los avances acaecidos a este campo de la medicina, estudiando para ello los casos de esterilidad de cada pareja de manera individual y otorgando soluciones personalizadas para cada caso.
Algunos ejemplos de estos tratamientos son los coitos programados, atendiendo al ciclo de ovulación y fertilidad de la mujer; la inducción a la ovulación, la inseminación intrauterina, también conocida como inseminación artificial o la ya mencionada fecundación in vitro. Los últimos avances en este campo han dado como resultado la llamada tecnología o sistema Time-Lapse, “una técnica que se basa en los incubadores habituales que se utilizan en los laboratorios de embriología clínica añadiéndoles un sistema que captura imágenes. Esas imágenes, permiten obtener una gran cantidad de información de cada embrión en los diferentes momentos de su desarrollo. Además, se recogen en formato cinematográfico generando un vídeo desde el inicio de la nueva vida. Lo novedoso de este sistema es que permite conocer nuevos aspectos del embrión sin necesidad de sacarlo del incubador, llevando a cabo un control continuo de la evolución del embrión más personalizada y en tiempo real. Asimismo, permite conocer cuál es el mejor embrión para transferir a la paciente y cuando es el mejor momento para hacerlo”, señalan los especialistas de la revista Reproducción asistida.ORG.
Pese a las posibles reservas que se pudieran tener al querer acudir a alguno de estos sistemas de reproducción asistida por miedo a que resulten nocivos para la salud de la madre o el bebé, lo cierto es que el riesgo de que alguno de ellos sufra efectos adversos es ínfimo (entre 0,3 y 0,4 por ciento), advierten los expertos. Algunos de estos efectos a nivel obstétrico son el embarazo múltiple o el parto prematuro, ambos riesgos son siempre abarcables y plausibles incluso en gestaciones naturales por lo que, aun conociendo estas posibilidades, las parejas están dispuestas a seguir el tratamiento.
El campo de la reproducción asistida, como decíamos, es un ámbito científico del sector biomédico relativamente nuevo en el que aún queda mucho por conocer y muchas investigaciones que realizar al respecto. Es por ello que médicos y estudiantes con carácter visionario realizan cursos de manera paralela a su formación para poder brindar estas opciones a los pacientes que llegan a las consultas con problemas de fertilidad. Instituciones educativas como la de IVI Global Education, son pioneras en este sector al ofrecer ya másters de formación en este campo de investigación además de cursos de especialización y de organizar seminarios para todo aquel, médico o no, que esté interesado en saber más acerca de estos sistemas de reproducción asistida, que es ya, como vemos, una realidad y, para muchas personas, una necesidad que podría ser satisfecha.
Como seguro ya conocen, este tipo de reproducción sigue siendo hoy tema de debate sobretodo en el ámbito de las distintas religiones, para las cuales una vida ha de ser creada de manera natural y siempre que su deidad les bendiga con una gestación llevada a buen puerto. Sin embargo, todas estas religiones se abren cada vez más ante la posibilidad de admitir este tipo de reproducción pues al fin y al cabo, se trata de otorgar algo de esperanza a las parejas que desean con todas sus fuerzas convertirse en padres y la mayor felicidad cuando se consigue mediante el proceso que sea necesario. Debates fuera del ámbito religioso en este aspecto se otorga hoy al discurso feminista, que condena rotundamente la gestación subrogada, también conocida como “vientre de alquiler”, al considerarse que se comercia con la mujer y que, en la mayoría de las ocasiones, se aprovecha a que la mujer está en situación de riesgo por pobreza o marginación social para ofrecerle dinero a cambio de la gestación durante nueve meses del bebé de otra pareja. Estos debates surgen de manera natural puesto que el avance en reproducción asistida es algo nuevo y la sociedad aún debe adaptarse a esta nueva realidad, abriendo su mente ante los avances de la ciencia para evolucionar junto a ella y admitir que, en muchos casos, estas investigaciones no pretenden otra cosa que prestar soluciones a las necesidades de la humanidad y la sociedad contemporánea.