Esta actividad fue la que me ayudó a superar un mal estado de salud mental

De entre todas las opciones que me podía proporcionar la música para liberarme de ese estado de estrés e integrarme un poco más en la ciudad, elegí acudir a clases de piano. Este es un instrumento precioso (siempre me ha llamado la atención) y, además, tenía la seguridad de que su aprendizaje me iba a mantener ocupado, que era lo que necesitaba para olvidarme del estrés que me provocaban las tareas de la universidad. Opté por contactar con Clases de Piano porque la profesora, Kristina Kryzanovskaya, lleva toda la vida en esto y proviene de una de las grandes cunas del piano: Rusia. En este momento, me di cuenta de lo original que podía ser una clase de piano como remedio para combatir una situación personal delicada, tanto desde el punto de vista de quien la imparte como desde el que la recibe.

A veces, hay que ser originales para tratar de mejorar una situación personal. Debemos enfrentarnos a las dificultades con la mejor de las sonrisas y procurar tener claras cuáles son nuestras posibilidades para obtener una solución al contexto que estamos viviendo. Siempre hay maneras de combatir un problema y en nuestra mano está elegir la que entendamos que puede ser mejor para nuestros intereses. Equivocarnos es algo que siempre puede suceder y que seguro que vamos a hacer alguna vez en nuestra vida. Si nos hemos dado cuenta de que hemos intentado resolver esa situación de una manera que no es correcta, no pasa nada. Volvemos a empezar y se acabó.

Os voy a contar a lo largo de todos estos párrafos mi situación personal: cómo intenté salir de una situación delicada, cómo me equivoqué y cómo busqué la alternativa que finalmente me sacó del atolladero. Antes de nada, me gustaría recalcar que la solución depende en buena medida de cada persona y que habrá acciones que funcionen para un tipo de personas y no para otras, y viceversa. Por tanto, lo que vais a leer en estos párrafos no tiene porqué ser una solución para todos y cada uno de vosotros y vosotras. Sí que creo que es algo original y que no se le ocurre a todo el mundo, por desgracia.

El caso es que, hace un par de años, estaba atravesando uno de los peores momentos de mi vida. Tengo 21 años. Hace dos, apenas tenía estrenada la mayoría de edad. Y mi vida se había transformado por completo durante el año anterior porque había tenido que cambiar de ciudad para empezar mis estudios universitarios, los cuales, por cierto, no me estaban yendo nada bien y me estaban generando grandes dosis de estrés. Podría decir que el miedo era lo que estaba caracterizando mi día a día porque sentía que podía decepcionar a mis seres queridos y porque, además, no me había integrado lo suficiente en esa nueva ciudad, que por cierto era Alicante.

La verdad es que, haciendo balance de la situación que tenía entre manos, sentía que tenía que hacer algo para cambiarla y obtener una mejor satisfacción con la nueva vida que estaba llevando. Sabía que no iba a ser fácil porque podía equivocarme al tomar la decisión, como estaba diciendo más arriba, pero la verdad es que tampoco iba a empeorar más las cosas de lo que ya sentía que estaban. Debía tirar para delante y probar para ver qué sucedía, así que pronto dispuse de una nómina de opciones para tratar de corregir algunos de los asuntos que me estaban amargando la vida y contra los que necesitaba combatir.

A la primera, me equivoqué

Ya sabéis que la vida no es un camino de rosas y que cometemos errores a diario. Yo no iba a ser menos, por supuesto, así que la primera cosa que intenté para transformar la realidad que me rodeaba me salió mal. Se trataba del deporte. Me apunté a baloncesto en uno de los equipos de la universidad. Pensaba que eso me iba a sentar bien porque el deporte ayuda a desestresar por regla general y hace que lo pasemos bien. Pero la realidad, al menos en mi caso, no fue esa. No culpo al deporte ni a mis compañeros, por supuesto. Pero me di cuenta de que no era lo mío.

El caso es que esa situación me estresó aún más. Debe tenerse en cuenta que en el baloncesto pasan muchas cosas en muy poco tiempo. En apenas dos o tres segundos, puedes haber dado tres o cuatro pases seguidos y haber generado un tiro a canasta. Hay que estar muy vivos, pendientes en todo momento de lo que está sucediendo a nuestro alrededor, de cada movimiento, de cada mirada, de cada gesto que puede marcar una jugada. Y eso no me ayudó en nada. Es un deporte precioso el baloncesto, la verdad, pero creo que prefiero disfrutar de él desde la televisión o desde la grada, para qué os voy a engañar.

Pero, a la segunda, no fallé

Tomé la decisión de cambiar de actividad, como no podía ser de otra manera. Empecé a ver posibilidades que no tuvieran nada que ver con el deporte pero que me pudieran ayudar a salir adelante en materia sobre todo de salud mental. Decidí tomarme mi tiempo para valorar la actividad que debía elegir. Precipitarse nunca es una buena elección y la verdad es que pensaba que esa había sido la razón por la que el tema del baloncesto no había salido nada bien. Y fue así cuando empecé a valorar todo lo que tenía que ver con el mundo de la música, que se terminaría convirtiendo en mi salvación.

De entre todas las opciones que me podía proporcionar la música para liberarme de ese estado de estrés e integrarme un poco más en la ciudad, elegí acudir a clases de piano. Este es un instrumento precioso (siempre me ha llamado la atención) y, además, tenía la seguridad de que su aprendizaje me iba a mantener ocupado, que era lo que necesitaba para olvidarme del estrés que me provocaban las tareas de la universidad. Opté por contactar con Clases de Piano porque la profesora, Kristina Kryzanovskaya, lleva toda la vida en esto y proviene de una de las grandes cunas del piano: Rusia. En este momento, me di cuenta de lo original que podía ser una clase de piano como remedio para combatir una situación personal delicada, tanto desde el punto de vista de quien la imparte como desde el que la recibe.

¿Por qué es bueno tocar un instrumento y estudiar música? Esa es la pregunta que encabeza un artículo publicado en la página web de Familia y Salud. Y las respuestas son muchas: es bueno para la mente, para el cuerpo y, lo que más me interesaba en mi caso, para la mente y para la esfera social. En lo que respecta a la mente, a la esfera emocional, se reconoce que se reduce el estrés y la ansiedad. También se dice que la música genera dopamina y serotonina, sustancias que se relacionan de manera directa con la felicidad y que estaba claro que me podían ser de gran utilidad en esta nueva aventura.

El resultado ha sido mucho más que satisfactorio

Tengo que decir que estoy más que satisfecho con todo lo que ha rodeado a mi formación como pianista. Es verdad que estamos hablando de un instrumento que requiere de muchos años de práctica, por lo que yo no soy todavía un profesional de esto ni mucho menos. Pero sí que me ha permitido salir adelante en materia mental, porque el sonido que produce este instrumento y la posibilidad que ofrece de dejar a un lado, aunque sea por unas horas, los problemas que ocasionan otros asuntos de la vida son cosas que ayudan y mucho a salir adelante. La verdad es que me parece, como decía antes, una idea muy original porque, en mi caso, he mejorado y mucho mi salud mental sin necesidad de ir al psicólogo, algo que, por supuesto, siempre recomiendo para todas aquellas personas que sintáis que lo necesitáis, faltaría más.

La música sirve como una salvaguarda para cualquier situación complicada que podamos tener a lo largo de la vida. Y no son precisamente pocas las complicaciones que podemos tener en nuestro día a día. Es importante que siempre la tengamos en cuenta para relajarnos. Y una buena noticia relacionada con esto es la que voy a compartir a continuación y que fue publicada en la página web de La Vanguardia: dice que casi el 99% de los jóvenes entre 15 y 24 años escuchan música al menos una vez a la semana. Eso es fantástico, y más teniendo en cuenta que mucha gente joven tiene algún problema relacionado con la salud mental tanto en España como en otros muchos países. Y es que la música no solo sirve para relajarse cuando se practica, como es mi caso, sino también cuando es escuchada y consumida.

Es fantástico saber que siempre nos pueden quedar opciones para luchar contra una situación complicada. A menudo se suele pensar que no contamos con un abanico demasiado amplio de cosas a las que agarrarnos cuando estamos pasando por un bache emocional. Ese era mi caso. Pero la verdad es que la música proporciona armas suficientes como para que tengamos la sensación contraria y sintamos que sí, que es posible salir del atolladero mientras estemos agarrados de su mano.

Hay que hacer todo cuanto esté en nuestra mano para sentirnos bien. Hay momentos en la vida, muchas veces relacionados con cambios como los que os he descrito, en los que tenemos muchas preocupaciones, muchas dudas y mucha tensión acumulada. Que nada ni nadie os ponga freno a la hora de pedir ayuda y buscar opciones que os puedan abrir puertas en ese sentido. El cuidado de vuestra salud mental es lo primero y es legítimo que tengáis la posibilidad de buscar actividades originales que os puedan ayudar en ese cometido.

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