La pandemia ha acelerado y agilizado los procesos tecnológicos como nunca antes había sucedido. Muchas empresas y sus trabajadores han tenido que implementar por primera vez en su vida el teletrabajo, los padres han tenido que descargar aplicaciones que no sabían ni que existían para que sus hijos pudieran seguir con el curso escolar y muchas empresas se han podido beneficiar de dar el salto a la venta a través de Internet.
Es verdad que las compras ‘online’ no han sido descubiertas gracias a la pandemia del coronavirus que provocó un confinamiento estricto y el cierre de todos los comercios mientras duraron estas restricciones. Sin embargo, las compras online aumentaron un 15% con la pandemia, según un estudio realizado por The Economist para SAP en varios países, entre ellos España. En esta investigación se destaca también que los ‘baby boomers’ (que son aquellos ciudadanos nacidos entre 1946 y 1964) fueron los que más aumentaron el gasto ‘online’, mientras que los ‘millennials’ (aquellos nacidos entre 1981 y 1996) fueron los que más dinero inviertieron.
Todo ello no habría sido posible sin la globalización, que ha permitido que prácticamente podamos viajar o transportar materiales de una punta a otra de nuestro planeta. Es por ello por lo que muchas pequeñas empresas locales se hayan abierto al comercio ‘online’, ya que pueden vender los productos a través de cualquier plataforma y enviarlos al cliente a cualquier ubicación. Y como todos queremos que el pedido nos llegue cuanto antes, el primer paso a la hora de realizar el encargo, es conocer por qué vía nos lo harán llegar.
Tal y como destaca Transportes Internacionales, hay tres posibilidades: la vía aérea, que es la idónea para envíos a larga distancia y para reducir al máximo el tiempo de tránsito del envío de manera que nos llegue en el menor tiempo posible; la vía marítima, que es sensiblemente más lenta que la anterior, pero como aspectos positivos tiene que también sirve para envíos a larga distancia y además abarata los costes y permite enviar objetos más voluminosos; y la vía terrestre, que es la idónea cuando el envío se realiza entre dos zonas próximas que además estén conectadas por carretera y también abarata los costes con respecto a la opción aérea.
Pero todos los tipos de transporte conllevan un riesgo, y ese es que la mercancía llegue dañada o que directamente no llegue a destino porque se ha extraviado por el camino. En cualquiera de esos casos, existen diferentes derechos que defienden a los ciudadanos. Estos son:
- El derecho a la inviolabilidad de los envíos postales, por el cual los envíos postales deben de ser mandados con el obligado deber de fidelidad, sin que se produzca: detención contraria a derecho, intencionado curso anormal, apertura ilegal, sustracción, destrucción, retención indebida u ocultación de los mismos.
- El derecho de reclamación, que legitima para presentar quejas y reclamaciones ante los operadores postales en los casos de pérdida, robo, destrucción, deterioro o incumplimiento de las normas de calidad del servicio, o cualquier otro incumplimiento relacionado con la prestación de los servicios postales.
- El derecho de denuncia, que permite presentar denuncia ante el Ministerio de Fomento por el incumplimiento de las obligaciones de los operadores postales en materia de reclamaciones e información sobre los servicios postales.
- Y el derecho a percibir indemnización, por el cual el ciudadano puede, salvo caso de fuerza mayor, percibir una cantidad predeterminada por el operador postal en caso de pérdida, robo, destrucción o deterioro de los envíos certificados. Y de tratarse de envíos con valor declarado, derecho a percibir una cantidad proporcional a la declarada por el remitente.
Es fundamental conocer siempre los derechos que tenemos como ciudadanos y como clientes, ya que nunca se sabe cuándo nos puede llegar a ocurrir uno de los casos que acabamos de citar y, si no conocemos estos derechos, podemos llegar a perder mucho dinero.
Cómo evitar un fraude en las compras ‘online’
Una de las principales preocupaciones a la hora de realizar una compra a través de Internet es la seguridad que tenemos de que estamos comprando realmente el producto seleccionado y no es una estafa en la que nos van a robar los datos bancarios o incluso el dinero. Por ello, algunos consejos para tener en cuenta son: establecer límites de gasto en nuestras tarjetas de crédito o débito; confirmar que la página web del comercio en el que deseas hacer una compra es segura; confirmar que en las páginas en las que se van a compartir datos sensibles, como direcciones, información de contacto o datos bancarios la URL, comienzan por ‘https’; comprobar que la página web dispone de un aviso legal, información sobre la protección de datos, y evitar ofertas muy atractivas.